Misterio y leyenda negra se dan cita en el convento del Diablo de Carmona

A unos pocos kilómetros de Carmona, en una elevación del terreno, se erige un edificio que, a medida que ha sufrido el deterioro, ha adquirido un aura de misterio en sus recintos. Se habla de espíritus y presencias malignas, de psicofonías y fotografías extrañas. Una terrible leyenda envuelve este convento, apodado como «maldito», convirtiéndose en un destino de peregrinación para los aficionados al misterio y los eventos paranormales.

El edificio, incluso desprovisto de su leyenda, resulta impresionante. Una enorme construcción inacabada en forma de «ele», con largos pasillos abovedados y dos alas que se asoman a través de ventanales. Por el suelo, escombros y restos de los destrozos causados por vándalos. Sin embargo, la historia real desmitifica parte de la leyenda que lo rodea, atribuyéndole una antigüedad de solo algunas décadas.

En realidad, fue construido en los años 40 del siglo pasado como un convento de frailes carmelitas de San José en una zona conocida como «huerta de los frailes». Funcionó como convento y colegio, pero apenas estuvo en uso durante dos décadas. Algunos residentes mayores de Carmona recuerdan procesiones de la Virgen del Carmen en el lugar, mientras que niños de las huertas cercanas celebraron allí su comunión.

Se dice que el motivo del abandono del edificio fue la negativa de uno de los frailes designados para dirigir el convento, quien, al ascender en la orden, hizo todo lo posible para que la congregación lo cerrara. Años después, todos los ocupantes abandonaron el lugar, dejando muebles, alimentos y ropas en perfecto estado. Esta circunstancia peculiar, sumada a la ubicación remota del lugar, alimentó la leyenda. Además, existe una confusión histórica con otro convento en Carmona de la misma advocación, fundado en el siglo XVII y desaparecido, cuya leyenda se ha asociado erróneamente al actual edificio.

La leyenda vinculada al edificio narra la historia de un fraile que, en una noche, descubre a sus compañeros muertos y colgados de ganchos de carne, con el diablo proclamándose como autor del suceso. Esta narrativa se ha atribuido erróneamente al convento actual por aquellos que lo visitan en busca de misterio, creyendo que están en un edificio del siglo XVII. Curiosamente, en el sótano del inmueble se encuentran unos grandes ganchos que encajan perfectamente con la leyenda.

El lugar es frecuentado por cazadores de psicofonías, quienes registran presencias espectrales y extrañas manifestaciones. Se han reportado voces que responden desde el más allá, así como avistamientos de luces y figuras con forma de monjes. Las mediciones muestran bruscas caídas de temperatura, mientras que las paredes del convento muestran signos de actividad ritual, como pinturas de estrellas de cinco puntas y restos de sacrificios animales.

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